La parábola del buen samaritano es una de las parábolas más conocidas de Jesús. Con ella aprendemos la importancia de tener un corazón tan lleno de amor y misericordia, que cuando alguien nos necesite no nos fijemos en su raza, religión o su clase social.
El amor nos moverá a la acción, y amaremos a esa persona como a nosotros mismos.
Veamos lo que dice la parábola.
25 Y he aquí, cierto maestro de la ley se levantó para probarle, diciendo: Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?
26 Y él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
27 Él le respondió diciendo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
28 Le dijo: Has respondido bien. Haz esto y vivirás.
29 Pero él, queriendo justificarse, le preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
30 Respondiendo Jesús, le dijo:
36 ¿Cuál de estos tres te parece haber sido el prójimo de aquel que cayó en manos de ladrones?
37 Él dijo: El que hizo misericordia con él.
Entonces Jesús le dijo: Ve y haz tú lo mismo. (Lucas 10:25-37, versión RVA-2015)
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