viernes, 31 de enero de 2025

El buen samaritano

La parábola del buen samaritano es una de las parábolas más conocidas de Jesús. Con ella aprendemos la importancia de tener un corazón tan lleno de amor y misericordia, que cuando alguien nos necesite no nos fijemos en su raza, religión o su clase social. 

El amor nos moverá a la acción, y amaremos a esa persona como a nosotros mismos.

Veamos lo que dice la parábola.

25 Y he aquí, cierto maestro de la ley se levantó para probarle, diciendo: Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?

26 Y él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?

27 Él le respondió diciendo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.

28 Le dijo: Has respondido bien. Haz esto y vivirás.

29 Pero él, queriendo justificarse, le preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?

30 Respondiendo Jesús, le dijo:

Cierto hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones quienes lo despojaron de su ropa, lo hirieron y se fueron dejándolo medio muerto. 



31 Por casualidad, descendía cierto sacerdote por aquel camino y, al verle, pasó de largo. 


32 De igual manera, un levita también llegó al lugar y, al ir y verle, pasó de largo. 



33 Pero cierto samaritano, que iba de viaje, llegó cerca de él y, al verle, fue movido a misericordia.

 34 Acercándose a él, vendó sus heridas echándoles aceite y vino. Y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él.


35 Al día siguiente sacó dos monedas y se las dio al mesonero diciéndole: “Cuídamelo, y todo lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”.

36 ¿Cuál de estos tres te parece haber sido el prójimo de aquel que cayó en manos de ladrones?

37 Él dijo: El que hizo misericordia con él.
Entonces Jesús le dijo: Ve y haz tú lo mismo. 
(Lucas 10:25-37, versión RVA-2015)



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